Tour 360°

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«Hay un placer que siente el hombre al ejercitar el sentido del orden haciendo y contemplando simples configuraciones prescindiendo de su referencia con el mundo natural. El mundo que el hombre ha hecho para sí es, en general, un mundo de simples formas geométricas» (…) Ernst Gombrich [1]

 

La disciplina de la geometría (geo: tierra; metría: medición) en antiguas culturas tenía como fin capacitar la mente para que actuase como un canal a través del cual la tierra, lo manifiesto, pudiese recibir la abstracta y cósmica vida de los cielos. La práctica de la geometría era entonces una aproximación a la manera de cómo el Universo estaba formado y ordenado. Los diagramas geométricos podían ser contemplados como instantes congelados que revelaban una continua y eterna acción universal generalmente, imperceptible a nosotros. Siglos más tarde, esta actividad conocida como fría y matemática se transformó en una disciplina sensible que fue tomada como instrumento para una exploración tanto intelectual como espiritual. De esta manera se hizo tangible una realidad ya conocida para algunas cosmologías de la antigüedad: que todas las manifestaciones en el Universo no son sino infinitos aspectos de una energía única y eterna.
En referencia a su producción, Bruno Krauchik ha manifestado investigar el espacio y el transcurso del tiempo, se interesó en la física cuántica y en el transcurrir enfocándose en lo humano-universal; el universo como una entidad casi abstracta y su enlace con lo humano «visto quizá desde un lugar más matemático, desde el entendimiento del cómo funcionan las cosas en general».

A través de sus distintas series en las que a lo largo del tiempo ha experimentado con pintura, acuarela, objetos, video y etc., en piezas en las que va y vuelve de la geometría e introduce aquí y allá elementos realistas reconocibles pero siempre prima la aparición de un orden más abstracto, se comprueba cierta reivindicación hacia el dibujo como si fuese para el «arte mayor» y evidentemente su medio de expresión más natural, tal vez porque desde chico estuvo relacionado íntimamente con el papel y la tinta por la imprenta que tenía su abuelo, la que frecuentaba.

Parte de las obras que en la exhibición presenta se caracterizan por dibujos de trazos precisosalgunos simples y muy estudiadamente situados y otros que muestran agrupaciones de líneas, algunas más rígidas que aumentan su densidad y que a veces están dispuestas en entrecruzamientos sin un elemento central si bien siempre presentan estructuras complejas. En distintas direcciones describen planos en diferentes orientaciones en largos con variaciones, también de grosor y progresivas inclinaciones del ángulo. Aunque a veces se ven esquemáticas, no crea sin embargo con ellos, una atmósfera fría. En algunos si bien las líneas mantienen un valor constante, el dibujo es descriptivo, pero a la vez abstracto al ser mínima la información y acotada la aparición de alguna figura más realista. Hay espacio entre ellas, el cual varía para describir planos distintos, como un resumen de la experimentación tanto en formas como en perspectivas. Diría que es la línea en ellos, el hilo conductor.
Hay también fragmentaciones y ramificaciones, en una lógica estricta que asimismo, busca anular la noción de «racionalidad”. En estas fragmentaciones la organización de los elementos no sigue una línea jerárquica con una base o raíz, sino que cualquiera de ellos puede afectar o incidir en cualquier otro. Un dibujo es en sí mismo único y particular, pero parece continuar en el siguiente, o bien parece referir al trabajo efectuado anteriormente. Es muy seductor que parecieran haber adquirido un carácter de modelo de representación, el que es autorreferencial. Lo que se percibe en los trazos es, que surgen naturalmente.

Otro componente recurrente es la esfera, toda una serie dedicada a esa figura, que en distintos momentos el artista sigue y ha ido continuando; un elemento a cuya forma elemental le ha sido atribuido un significado cósmico. Se exhiben varias pinturas ejemplo de esas indagaciones y su video Rotación que elaboró con dibujos propios en colaboración con Nicolás Varchausky, -autor de la música- y animación de Dolores Martín. Esa obra propone observar una trama constelada a partir de trazos que surgen acompañados de sonidos, una secuencia editada de cómo se va construyendo una esfera. El artista toma la figura como elemento único, básico y clásico y elemento de partida para conformar múltiples variaciones. En algunas pinturas aparece en misteriosos planos muy oscuros en los que apenas se adivina, en otras piezas, es elemento central.

La «teoría de las colisiones» [2] explica cómo ocurren las reacciones y por qué las velocidades difieren para diversos resultados en sus choques. Para que una reacción ocurra las partículas deben colisionar. Éstas tienen energía suficiente (llamada energía de activación) al momento del impacto, para romper los enlaces existentes y formar nuevos, incrementando su concentración. «Colisiones» claro está, no está tomado en su sentido literal en relación a la obra de Krauchik, pero el término no se encuentra distanciado para la descripción de muchas de las piezas descriptas, cuyas imágenes ofrecen una visualidad que logra ligar con el concepto. Las complejas tramas se suceden a partir de trazos que se entrecruzan y éstos arman formaciones que estallan. Líneas extensas, horizontales, diagonales y paralelas provocan en el espectador la necesidad de observar las piezas de lejos y de cerca. No es novedad que las imágenes influyen dependiendo su ubicación e interacción y seguramente no está previamente evaluado para la realización de las composiciones, pero para muchos, el misterio que las envuelve a las formas abstractas es inquietante por cuanto éstas no son comunes y hacen que la sensación sea distinta entre un espectador y otro.

Por último, arquitectura de bosques refiere a piezas inmersas en tupidas ramificaciones estructurales construidas en relación a visiones y vivencias personales de Krauchik en cuanto a la percepción de la idea de bosque, más que a representaciones de un paisaje real. Una vez más descentrado en el vínculo con la figura del árbol, pero al mismo tiempo manifiesto, los trazos evidencian modelos y ciertas características de esos panoramas vistos como en un zoom llevado al dibujo, el que enfatiza la fisonomía de los paisajes representados en perspectivas muy particulares, tal vez más ligadas a una cosmovisión interior. Éstos se observan y perciben como en un momento detenido inmerso en una naturaleza más salvaje o profana.

Texto curatorial de Patricia Rizzo – CABA 2021